Ramón Mariscal i Parella

Ramón Mariscal i Parella
Escritor, Poeta y Presentador.-

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martes, 25 de octubre de 2011

CUANDO HABLAMOS DE ETA.-



Por: Ramón Mariscal i Parella
Escritor, Poeta y Presentador

CUANDO HABLAMOS DE ETA

Cuando hablamos de ETA, es hablar de pavor, de siniestralidad, de miedo, de caras sin rostro, de gente sin escrúpulos, de algo etéreo, sin forma, sin color, solo con olor, olor que infunde dolor, que infunde un odio a no se sabe qué y hacia  quienes, que infunde misterio, que hace sentir escalofríos, a mutilación, a muerte.
Se dice que han abandonado las armas ellos; no sabemos quiénes son, dicen que se acabó, que ya no van a seguir más por el camino del terror.
Atrás  ha quedado una larga cola de muertes de gente que sin comerlo ni beberlo se fueron dejando una estela de esperanza a los que vinieran de que esto algún día se iba a acabar.
El fanatismo, es la sinrazón, la sinrazón lleva al fascismo, solo hay una razón la de los que creen que su verdad es la verdad y eso es lo que ETA siempre ha creído, por esa creencia han llegado a matar.
La ETA ha creado un tópico: Los vascos son ETA. Y eso no es cierto. Los vascos son ciudadanos como los demás ciudadanos del resto de las 15 comunidades que forman este país, que es España, con sus ideas de independentismo algunos y otros no. Cualquier persona que por primera vez ha visitado el País Vasco, ha pensado que en esa comunidad era como entrar en un estado de los que se han visto en películas del Western americano y lamentablemente quienes han creado ese tópico ha sido ETA.
¿Rendición? ¿Con condiciones? ¿Dónde están las armas y todo su arsenal? ¿Por qué se cubren las caras?
ETA a través del terror, ha traicionado su propia doctrina. Nadie ha invertido en el País Vasco, y el resto de las industrias se han visto amenazadas por el impuesto revolucionario, del que dicho impuesto los ha ido esquilmando empobreciendo más y más esa comunidad. Una comunidad donde brillaba el sol se ha visto ensombrecida por el terror de un capricho que por más de cuatro décadas intentó una serie de objetivos que jamás llegó a abrazar.
Ahora parece ser que abandona esa doctrina, la de matar para unirse al dialogo, pero para los que tienen manchadas las manos de sangre no les es posible el dialogo. No hay de qué hablar, los errores cometidos se pagan. No hay una señal fiable de que exista un arrepentimiento y ese arrepentimiento debe ir acompañado de esa voluntad. La voluntad se demuestra por los hechos, hechos que serían la entrega de las armas, como en su día hizo el IRA y eso todavía no se ha producido. ¿Se producirá? Mientras esas caras salgan enmascaradas en los medios públicos, no habrá signo de esa supuesta buena voluntad que todos esperamos. A ETA se le debe caer la máscara que oculta, esa bipolaridad que en su origen cuando se creó daba la sensación de una lucha armada en contra de la dictadura franquista y que poco a poco ha ido atentando contra la libertad y el estado de derecho. Que eso no justifica en ningún momento que las muertes producidas durante la dictadura fueran justas y las producidas en un estado democrático fueran injustas. En ambos casos es  terrorismo. La vía del terror los ha conducido a su propia asfixia, se han suicidado sin obtener los resultados que ETA esperaba.
Y ahora ¿qué? Ahora la sociedad debe ser paciente, como lo ha sido a lo largo de estos 43 años, sobre todo los familiares de las víctimas, que han sabido soportar con sobriedad el dolor por la pérdida de sus seres queridos sabiendo que jamás volverán, quedando en ellos una herida abierta llena de buenos recuerdos de aquellos a quienes amaron y siguen amando.
Ríos de sangre y miles de víctimas llenaron las calles de este país. ETA sembró muerte y desolación.-
Los que gobiernan deben ser pacientes esperando resultados sin hacer sonar las campanas, por eso no debe ser el momento de bajar la guardia. Ahora es cuando más alerta hay que estar.
Ha sido, no obstante una muy buena noticia, pero lo que no hay que olvidar es que la vida sigue y que los ciudadanos viven un sin vivir cotidiano y preocupante por esos millones de parados que hay en este país. Que los ciudadanos están descontentos de los que nos gobiernan. Que con mano férrea abusan de su posición de poder y viven por encima, muy por encima de cómo vive un ciudadano de a píe. Que los que nos gobiernan son algunos corruptos y no devuelven lo que roban como resultado de sus cambalaches. Debe desaparecer la inmunidad parlamentaria de la que “los miembros del parlamento o legislaturas tienen derechos e inmunidades especiales que incluyen, en algunos casos, inmunidad parcial frente a demandas judiciales. Esas inmunidades se otorgan con el fin de asegurar que puedan desempeñar eficazmente sus funciones de legisladores y fiscalizadores. La inmunidad parlamentaria ha sido algo controvertido en algunas jurisdicciones debido a la posibilidad de abuso… es evidente la necesidad de cambio”. (Nota extraída de la página http://www.gopacnetwork.org/Programming/programming_PI_sp.htm) 
La prisión no es suficiente, simple y llanamente, que lo que roban lo devuelvan y que jamás vuelvan a la política. Deben ser excluidos de por vida de la política y la administración pública.
Las leyes de este país deben ir cambiando en la medida que el país va evolucionando. Debe hacerse de este país un verdadero país democrático. Nuevas leyes fiscales. Nuevas leyes civiles y penales.
Este país siempre se ha distinguido por un país poco serio, de muchos parches para salir del paso. Un país de “cinta aislante”. Todo se ha arreglado provisionalmente. Un país de “pegamento y medio”. Se rompe la pata de una silla, le ponemos cinta aislante y salimos del paso. Se pela el cable de una instalación eléctrica, le ponemos cinta aislante y salimos del paso. Este país nunca ha sido un país serio, ni por los que nos gobiernan ni por los que se supone deberían elegir mejor a sus gobernantes.
 ¿De que tenemos que olvidarnos? ¿De los muertos o de ETA? Una pregunta que se la hacen todos los españoles cada vez que hay elecciones... cada cuatro años una tregua, cada cuatro años una rendición... ahora después de casi cuatro años toca  otra tregua, otra rendición... ¡que asco de política! ... y en diciembre, otro Barajas.
Aquí desde el más pequeño, que ya lo hace, porque no le queda más remedio, le están apretando las clavijas por todos lados, al más grande “debe deponer el modus vivendis” al que ha estado acostumbrado a vivir y hacer de este país un país como Japón. Que ahí lo tienen que ver, con un terremoto y tsunami a sus espaldas recientemente y casi totalmente restablecido y no como nosotros y como los lorquinos que a 27 de setiembre aún esperan ser realojados más de 2.687 vecinos que después de haber pasado  estos cuatro meses del seísmo continúan sin poder ocupar más de las 3.000 viviendas deshabitadas y viviendo en barracones “provisionalmente”. De las 14.240 solicitudes de subvenciones solo se han abordado 679. Es una vergüenza. Iríamos citando y citando demoras de los deberes de los que gobiernan e iríamos indignándonos cada vez más de todas sus negligencias, que para salvar el pellejo, las solucionan con eso, “con cinta aislante”, poniendo parches y más parches que lo que hacen es todavía más complicar la situación en la que vivimos.
Ahora nos estamos ocupando en la campaña preelectoral, después ya le meteremos mano al asunto y así pasa el tiempo y algunos medios de comunicación obviando las verdaderas necesidades, solo haciéndose eco de que lo que vende es la noticia sensacional. Así nunca vamos a ir bien. Menos propaganda electoralista y más manos a la obra. 
¿Se rinden o es que la crisis les ha dejado sin subvenciones y sin dinero? ¿Volverán cuando se llenen los bolsillos con el dinero de todos los contribuyentes? ¿Estas fieras son insaciables, les gusta la sangre y matar, son los depredadores del ser humano?
La crisis ha sembrado otra clase de terror que no mata al instante pero que va acabando poco a poco con las victimas más indefensas de esta sociedad y esos mismos creadores del terror económico actual no dan síntomas de querer mejorar esta situación tan caótica.
En todo existe una solución unas más drásticas y otras menos, solo hace falta la gente idónea para aplicarla a eso se le llama sencillamente honradez. 
VEGUEROS S.M. No se puede hablar de rendición si el que supuestamente se rinde tiene aún la mano en el gatillo y guarda todo su arsenal. Ni tampoco de paz cuando no existe arrepentimiento, voluntario y espontáneo, ni se le pide perdón a este pueblo al que tiñeron de sangre. menos MILONGAS y más JUSTICIA.-