Ramón Mariscal i Parella

Ramón Mariscal i Parella
Escritor, Poeta y Presentador.-

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domingo, 21 de febrero de 2010

SURREALISMO VEGUERO.-



Por: Ramón Mariscal i Parella



Por si algunos no han leído “El crimen de Cuenca” o no han visto la película que dirigió la ya fallecida Pilar Miró, rogaría que o la leyeran o acudieran a alguna videoteca para poderla ver. Estos hechos ocurrieron a partir del 20 de agosto de 1910. José María de Grimaldos era un pastor que tras vender unas ovejas, desapareció de su población, de su desaparición, son acusados y denunciados ante la autoridad el mayoral de la finca donde trabajaba el pastor, León Sánchez y el guarda de la finca Gregorio Valero, ambos se metían con el muchacho y le gastaban alguna que otra broma pesada. A la familia le constaba que esto sucedía muy a menudo y ante esas supuestas evidencias, creyeron que estos dos hombres se habían quedado con el dinero de la venta de las ovejas y lo habían matado.
A estos dos hombres se les hizo el juicio pertinente, pero ante la falta de pruebas y de no aparecer el cuerpo de la víctima el caso fue desestimado.
Transcurridos dos años, y tras la marcha del juez que había llevado el caso, vino otro juez, ante la insistencia de los familiares del desaparecido pastor en que se volviera a abrir el caso, dicho juez detuvo a los supuestos criminales. Al ser detenidos caen en manos de la guardia civil que llegan a ser torturados a fin de conseguir su culpabilidad. Son tiempos en los que la Benemérita se compone de agentes sin ninguna formación. Muchos de ellos, como gran parte de la sociedad española de aquellos años, se declaran analfabetos. La cuestión es que declaran, vaya que se declaran culpables, posiblemente si en esa época hubiera vivido el presidente Kennedy y hubiera sido asesinado por la misma, hasta se hubieran declarado culpables de dicho asesinato. A las torturas a las que se vieron sometidos fueron sobrehumanas. 18 años les costó su condena, salieron con 12 años en la cárcel, debido a un indulto. En febrero de 1926, el cura de este segundo pueblo recibe una carta del párroco de Mira solicitándole la partida de nacimiento de José María Grimaldo López con la finalidad de que éste pueda contraer matrimonio. El cura de Tresjuncos cree morir del sobresalto. Entonces…, si no ha muerto, ¿los hombres que han pagado con cárcel…? El cura se amilana. Todo el pueblo, él mismo, han estado convencidos de la mala naturaleza del guarda y del mayoral. Todos han contribuido a lapidarlos moralmente antes de que la Guardia Civil los lapidara físicamente. Por lo pronto, el cura de Tresjuncos oculta la noticia. Da la callada por respuesta. Pero José María Grimaldo, que se impaciencia por la tardanza de su partida de nacimiento, viaja hasta el pueblo. Su presencia provoca una auténtica sorpresa. Creen estar viendo una aparición fantasmal. Agitan sus cabezas. Finalmente, se dan cuenta del error que habían cometido con dos hombres que, mientras pudieron resistir las torturas, siempre habían proclamado su inocencia. Pero los hechos se hallaban situados ya en la línea de lo irreversible. Estos  hombres no pudieron continuar sus vidas en su pueblo, entre los suyos, entre unas gentes que los habían condenado sin motivo alguno, a pesar de que sus voces, recias mientras pudieron, no cesaron de reclamar su inocencia, su más completa inocencia.
Así es la vida. Pero ahora nos trasladamos a cien años después y nos situamos en un pueblo de nombre La Vega de San Mateo, un municipio de unos siete mil y pico de habitantes. Y da la sensación que el tiempo no ha transcurrido, es decir, como si los relojes se hubieran quedado parados y todo se hubiera quedado paralizado. Era un 29 de junio de 2009 y eso sí, en lo que el tiempo no se ha detenido es que supuestamente no hay un régimen dictatorial y se vive, supuestamente bajo una democracia, un concejal del partido socialista se reúne con otros tantos concejales del ayuntamiento, que no son los que gobiernan el mismo, pues los que gobiernan el municipio son los de un partido llamado Alternativa por San Mateo, por lo tanto son concejales en la oposición, no son  enemigos del pueblo por eso de ser de la oposición, al contrario están elegidos democráticamente por muchos vecinos que han depositado su confianza para defender sus intereses no ilegalmente por lo que hagan mal, sino se entiende por lo que hagan bien y para eso están, para lo que supuestamente pudieran ser delitos, fiscalizar los mismos y poner las cosas en orden. Pues bien en esa fecha, el 29 de junio, se estaba celebrando un pleno ordinario y ante un supuesto delito en ruegos y preguntas se determino hacer una pregunta, no una acusación, repito una pregunta, la misma era, ¿Quién había autorizado el enganche del alumbrado público para iluminar un solar privado en La Veguetilla? Señores no les quiero decir más, se armó la del Crimen de Cuenca. En ese momento el alcalde, no supo decir nada al respecto, la teniente alcalde, reaccionó diciendo que quienes fueran responsables pagarían las consecuencias de dicho acto.
La situación es que a fechas del día de hoy en el mes de noviembre del 2009, sigue sin saberse quien fue o fueron los verdaderos responsables de dicho supuesto delito, que no es un crimen, pero que en realidad, si se sabe que los responsables son los que tienen la máxima autoridad en ese municipio y ¿Quiénes son? Naturalmente el grupo de gobierno del ayuntamiento. Pero parece ser que ocurría como en el caso del pastor, que mientras que estaba en otro pueblo, los supuestos culpables estaban siendo linchados y torturados hasta el borde incluso de haber perdido su vida, el prestigio de ellos ya estaba por los suelos, mientras el pastorcillo se estaba preocupando en pasárselo bien con la moza con la que se iba a casar.
Se había escrito un artículo en un blog sobre ese asunto, sin acusar a nadie simplemente relatando unos hechos. Y se culpaba al mensajero, tratando de desviar la culpabilidad real de los supuestos responsables. Se culpaba a un concejal en la oposición de que él es el que había denunciado a la Guardia Civil, para que se presentara ante ese solar privado.
Se auto-inculparon empresarios que en realidad no tenían culpa y que aún alguno piensa que lo sigue siendo. Se le dio bombo y platillo en algunos medios de comunicación, es decir, en lugar de ser más cautelosos, aún algunos se encargaron de levantar más la liebre. Error tras error, pero el pastorcillo pasándoselo bien, como si a él no le afectará y los otros viéndose en pleitos y tratando de demostrar su inocencia, sin tener necesidad de demostrar nada.La cuestión es que a unos se les ha crucificado con todo esto, y otros siguen campando a sus anchas.
A esto surgen unas preguntas para que reflexionemos, ¿Por qué ese intento de auto inculparse? ¿Porqué ese intento de hacerse víctima de lo que nadie les ha acusado? En caso de querer supuestamente encubrir a alguien, ¿Por qué?
Al final ¿aparecerá el pastorcillo para aclararlo todo? Pero a los difamados, a los torturados, ¿quienes les quitaran lo que les ha caído encima?
El pueblo tiene la última palabra, por eso existe o debiera existir la democracia, no vivimos en el año 1910, vivimos cerca del año 2010, han pasado casi 100 años. ¡Es hora de despertar, que hace mucho tiempo sonó el despertador!.
VEGUEROS S.M. Con la transparencia informativa, con la libertad de expresión.-